lunes, 7 de mayo de 2012

No sé qué me pasa





No sé que me pasa,
pero ya no disfruto del aire.


Me dicen, 
algunos, 
que debe ser cosa de la primavera,
que debería beber menos.


Pero hace ya tiempo
que calles y plazas y universidades
me saben a poco,
que se me quedan al fondo,
junto a los cubitos de hielo.


Hay otros
que dicen que eso de los libros
no da beneficios, 
que no sirve de nada. 
Esos son los que nunca comprenden
que un muerto comprenda 
mejor lo que pasa, 
por qué no gritarse canciones de muerte. 


Lo que más me preocupa de todo
es que ya no me empalmo
cuando me despierto en sillones ajenos
y estoy de resaca.
[si somos sinceros,
tampoco me empalmo 
cuando me despierto en mi cuarto]




El médico dice
que debo estar algo cansado,
un poquito estresado.
“Yo también fui estudiante, hace tiempo”:
¡Que bien me vendrían unas vacaciones,
o pillarme una beca!




Lo que pasa
es que yo no comprendo por qué ese mendigo
se queda  a la entrada del supermercado,
por qué les gritamos bien fuerte a los niños
que no quieren siesta.




[que mamá no me deje plantar marihuana 
tampoco lo entiendo, 
todo hay que decirlo]




Y tampoco comprendo que a veces
salgamos desnudos de casa,
por qué levantar enemigos del aire.


Si prestáis atención
veréis cómo se crecen,
el modo en que se hacen con todo.


Y si seguís atendiendo
[yo todavía no he perdido 
la poca esperanza que queda]
cómo las estatuas se echan a la calle
y os dicen,
con la boca bien llena de mierda:


a vosotros
lo que os pasa es que os duele Severa,
y os duele por tontos.
Tal vez cuando os muera
lloréis de alegría. 



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