Mi madre me contaba
y
mi padre me contaba también
que
nunca quiso el mar traernos de vuelta
todo
aquello que se escapa
que
no sirve de nada resguardarse de la sal
ni
retorcerse
sobre
un muelle que declina
como
un clavo
poco
importaba que el domingo ella dijera
yo
se bien que un día te irás
con
las gaviotas
y
nunca te querrás traer de vuelta hijo mio
tu
voz se hará grande
o
que él
la
luz del pasillo encendida
no
quise decir que perder el dolor de saberse pequeño...
ese
modo tan suyo de hacerse el vencido
o
el olor de un verano que no se termina
tampoco
importaba gran cosa que el bloque de pisos
se
hiciera de pronto a la mar
y
dejara a todos mis amigos
pedazos
de tierra inconquistable
voces
llantos de sirena
tampoco
importaba gran cosa
escucha
porque
ahora empiezas a saber
que
si el mar se nos hace de prisas
y
cuerpos quemados de sal
es
posible que nunca puedan regresar
y
verás
es
posible que nunca
los
ruidos las luces las cosas de casa
la
espuma oxidada de un muelle
que
a veces de pronto se cae
sobre
plumas manchadas de cal
de
banderas azules
la
terrible certeza de un niño que crece
y
aprende a nadar
niña
tonta
que
aprende a soltar de la mano
es
posible que nunca...
escucha
tú
no dejes nunca
que
el canto que llueve a la tierra
te
niegue la herida de un llanto
remoto
y
todo irá bien
hazme
caso
tu
padre y tu madre
se
han muerto de solos
y
eso es lo que importa
el
mar se te ha vuelto de pronto
lo
mismo que un sueño pequeño
y
eso es lo que importa
eso
es lo que importa
que
el mundo atragante tu boca
y
ponga ataúdes a tus manos
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