martes, 11 de junio de 2013

EL INVIERNO EN LISBOA

De Lisboa recuerdo una ventana 
abierta
y la lluvia volteándose a través
de la cortina,
los muros hoscos de un hostal
donde los cuartos adyacentes 
eran voces que se desmoronaban
como las cerraduras de una cárcel 
o la lluvia. 
No recuerdo las cuestas que se ven 
en las fotografías, 
ni esa niebla que parece perseguir 
a los que habitan por sus calles 
lo mismo que una llama de otro tiempo, 
la triste ambigüedad de un mismo lado. 
Sí que llegaba hacia la cama 
el vago olor a hierba del tejado 
que –pensaba- debían derramarse 
a los cafés, el ruido o el olor 
de la cerilla que asociaba 
a la madera del tranvía.
Pero era una madera sumergida, 
sorbos lentos de café 
que atragantaban la ciudad 
y que poco asemejaba con la idea dolorosa 
que habíamos robado ingenuamente
de películas y libros. 


Tú pensabas, ausente, en tus mujeres,
en la lenta armonía de tu tarde, 
recordabas, tal vez, la carretera 
precedente lo mismo que árboles azules,
la misma llave oculta;
poco a poco, el barrio alto 
confiándose a la noche 
-los cigarros que temblaban a tus manos 
igual que el puente rojo de Lisboa,
el camping gas temblando en el balcón-, 
te convencías de que la calle era 
Lisboa. 

domingo, 3 de febrero de 2013

Es cierto cuando dicen 
que he arrancado con mis manos 
la certeza de la sombra 
por la tarde, 
la costumbre de aguardar 
en los peldaños; 
nunca me ha gustado 
el modo ese en que se alzan 
las farolas 
y las luces de las cosas 
y de todo lo demás, 
igual que si volvieran los veranos calurosos 
de la infancia, 
la misma sed de entonces. 

martes, 29 de enero de 2013

SI POR EL MAR VUELAN GAVIOTAS


Mi madre me contaba
y mi padre me contaba también
que nunca quiso el mar traernos de vuelta
todo aquello que se escapa
que no sirve de nada resguardarse de la sal
ni retorcerse
sobre un muelle que declina
como un clavo
poco importaba que el domingo ella dijera
yo se bien que un día te irás
con las gaviotas
y nunca te querrás traer de vuelta hijo mio
tu voz se hará grande
o que él
la luz del pasillo encendida
no quise decir que perder el dolor de saberse pequeño...
ese modo tan suyo de hacerse el vencido
o el olor de un verano que no se termina
tampoco importaba gran cosa que el bloque de pisos
se hiciera de pronto a la mar
y dejara a todos mis amigos
pedazos de tierra inconquistable
voces llantos de sirena
tampoco importaba gran cosa

escucha
porque ahora empiezas a saber
que si el mar se nos hace de prisas
y cuerpos quemados de sal
es posible que nunca puedan regresar
y verás
es posible que nunca
los ruidos las luces las cosas de casa
la espuma oxidada de un muelle
que a veces de pronto se cae
sobre plumas manchadas de cal
de banderas azules
la terrible certeza de un niño que crece
y aprende a nadar
niña tonta
que aprende a soltar de la mano
es posible que nunca...
escucha
tú no dejes nunca
que el canto que llueve a la tierra
te niegue la herida de un llanto
remoto
y todo irá bien
hazme caso
tu padre y tu madre
se han muerto de solos
y eso es lo que importa
el mar se te ha vuelto de pronto
lo mismo que un sueño pequeño
y eso es lo que importa

eso es lo que importa 
 
amor amar el mar no dejes nunca
que el mundo atragante tu boca
y ponga ataúdes a tus manos

domingo, 20 de enero de 2013

DEL MOMENTO PREVIO AL BESO

Levantas la mano y piensas en la mano;
levantas los ojos, y piensas en tus ojos.
Piensas sin saberlo en respirar,
y sin saberlo,
piensas en no cerrar los ojos
y dormir.
Tal vez piensas que mañana no despiertes
a la hora estipulada
-desayuno ducha fresca ideas que nunca llevarás a cabo-
y al hacerlo
tal vez piensas que no importa demasiado
-es posible que no importe demasiado-.
Piensas en tus cosas, a qué saben tus cosas
-tampoco es cierto-
en dónde cómo y cuándo conseguiste esas cosas.
Estas cosas.
Y por fin llega el momento 
-era un momento inevitable al fin y al cabo-
y piensas -por fin- en la palabra blanco,
a cómo suena, a cómo sabe,
ese modo en que los cuerpos se contraen y se repliegan con el blanco,
poco a poco piel a piel los dos más cerca de lo blanco,
del momento del origen.
Porque hemos esperado todo el día para ésto
y justo ahora
-solo ahora-
es ahora cuando dejas de pensarnos.

jueves, 3 de enero de 2013

YO SOLO QUIERO QUE TE MUERAS



Tampoco nos importa demasiado, 
hemos paseado mucho rato
y tú no miras la ciudad en que no habitas; 
el mundo desde arriba se parece a un vertedero
y todo eso es lo que importa. 
Tú ya sabes que tu pelo… 
y sin embargo los pedazos de la calle 
se te cuelgan de otra parte. 
No del cuello o de los brazos que levantas como un golpe siniestro, 
los pedazos de las gentes y sus calles donde fuimos otro ruido
se te cuelgan de algún lado. 
Solo quiero que tu sangre se resbale con las líneas de mi mano 
como un muerto 
y no te importe
porque el mundo ya no importa demasiado. 
Todo eso es fácil. 
Antes me gustaba comprender porqué los niños se agitaban 
allá abajo;
ahora quiero que se maten a pedradas. 
Tal vez por eso me regalas una piedra y no me dices que es un beso, 
tú ya sabes que los muertos se parecen más pequeños, niña tonta…
y sin embargo. 
Te retuerzo y te levanto como a un perro, 
el mundo se parece a un vertedero y decidimos que llenarlo 
con tu cuerpo es lo más fácil. 
Eso está claro. 
[tu madre no soporta tus chillidos 
y sabemos que una madre es como galgo o una puta que se aburre
a cuchilladas]
Si me abrazas es por eso 
y porque todo se hace oscuro y estás cansada.


Será luego cuando quiera retorcerte y te me mueras 
como un niño al que su madre obliga siempre a recoger todas las cosas 
y tirar 
y si es de noche
a la basura.
Es justo 
y solo eso
todo eso lo que tengo que contarte. 

viernes, 12 de octubre de 2012

DE LO QUE VI ESTANDO BORRACHO EN UN BALCÓN QUE SE AGITABA


Yo he visto el rastro sucio 
de las calles que has barrido de un soplido
y sin esfuerzo, 
y no he tenido miedo.
Los  caminos que llevaban hacia casa 
y que ahora se nos pierden
a la altura de la boca, 
esos  sitios que engañaras con rencores de otros lados
y que ya nunca habitamos,
yo los he visto.
Y te he visto
guareciéndote de lluvias
que no saben nunca nada 
pero intuyen, 
rescatado de las calles empapadas 
de sonidos como furia 
o yo no entiendo que me busques,
y te he visto desnudándote de frío,
y no he tenido miedo. 
Y puede ser
que la certeza de que eres 
no discuta de ciudades ni de miedos, 
y que el mundo 
si se agita 
sea por culpa nada más que de la duda de ti misma
y nada más
y su imposible,
y que por eso, te lo juro, 
yo no haya tenido miedo. 
Porque yo
y todo esto te lo juro
lo que yo he temido siempre 
es que las calles 
de un soplido 
[te lo juro]
te borraran para siempre
y no encontraras ya motivos para hacerte. 



sábado, 25 de agosto de 2012

EL VIENTO QUE PEDÍA COSAS QUE COMER

Es el viento de dentro 
el que a mi me molesta. 
Esta madrugada ha irrumpido en mi casa 
y ya no se quiere marchar. 
Se divierte moviendo los cuadros,
me pide cosas que comer
[el cabrón se divierte moviendo mis cuadros
y pide cosas que comer].
Te juro que no he conocido jamás 
a nadie con tan poco tacto.